A la hora de elegir el tipo de empresa que llevaríamos a cabo tuvimos en mente varias opciones; una de ellas  era hacer una cooperativa, pero consideramos que no éramos suficientes socios. Otra opción fue la sociedad anónima, pero requería un capital social muy elevado que los socios no podían hacer frente. Así que como principalmente lo que andábamos buscando era una sociedad de responsabilidad limitada al capital aportado  para no poner en riesgo nuestro capital propio, optamos por la sociedad limitada, cuyo capital social mínimo requerido podíamos afrontar entre los cuatro socios.